16 abril, 2006


No puedo dejar de aprovechar estos días de silencio en que la comunidad mundial celebra una de sus fiestas especiales, en que el recogimiento precede a cualquier cultura religiosa para aprovechar la instancia, meditar también y referirme a la preocupación de la violencia etárea entre los púberes y adolescentes del país, llevada a las comunidades escolares. Nos impacta cada vez más cuando los protagonistas de los hechos delictuales son estudiantes que portan entre cuadernos semivacíos y textos sin usar, alguna cartonera o cortapluma como argumento material a cuando no se tiene la razón . Y ahí caminamos por las calles, inseguros, sin saber que aquél sujeto vestido de escolar sentado en el cine, al lado nuestro puede ser, de no mediar pronto la sociedad semidormida, un criminal en ciernes. Todo comienza desde la malformación de los hogares que abandonan sus hijos a la escuela dejando de lado sus propias responsabilidades. Fácil es así echar culpas por lo omitido como responsabilidad parental. Se agrega la televisión violenta que entrega personajes de culto caracterizados por ser referentes sanguilonientos, de dudosos poderes que ciegan a nuestros niños y jóvenes malformando sus personalidades y entregando disvalores. Así los juegos en los patios de las escuelas han sido cambiados por el empujarse, por sobrepasar con el físico o grupos reglas de juegos que han caido en la fomedad por el desuso o porque no tienen la violencia como variable. El jugar a las escondidas se ha trucado por esconderse los útiles escolares, el "pardilomo" por el puntapié anónimo; el pillarse por el "callejón oscuro" y el partido de fútbol como antesala del encuentro de box entre pandillas que rivalizan por el color de camisetas distintas.
Dista bastante cuando discutíamos en otras décadas y se tocaba la oreja del compañero al desafiar la valentía del oponente. Después, dos o tres "charchazos", una palmada y uno que otro "combo" hasta que algún conmovido separaba presto a los púberes contrincantes...de ahí las paces hasta que se compartía, uno o dos días despues el pan con miel o palta entre gritos y carreras en el patio de la escuela.
Ahora es todo tan distinto. A una confrontación escolar entre dos compañeros de curso o colegio viene la revancha al día siguiente cuando cada uno desde su barrio, comunidad o población trae a la pandilla respectiva desde la cual más de alguna arma surge amenazante. Suma y sigue el problema, el encono, las "pasadas de cuenta" y así el submundo que se va formando en escuelas y liceos , incluso de mujeres. Esto proyéctelo usted al fin de semana a las discos, pubs o las fiestas donde se corona la violencia con la muerte del fin de semana respectivo. Lo que puede parecer exagerado no es tan así. Remítase al último lustro donde hay más de una muerte de estudiantes productos de riñas por el alcohol, drogas o rencillas no aclaradas.
Hoy la autoridad del docente en la escuela es sobrepasada por la falta de respeto, por el desprecio a la autoridad y por la complicidad de padres y/o apoderados quienes avalan a ciertos alumnos que mienten y mienten para que algo quede. De ahí a confundir a la autoridad reclamando Derechos que siempre son más fuertes que los Deberes, haciendo funcionar claramente la Ley del Embudo.
No se puede desconocer que también los adultos tenemos conductas contestatarias de violencia como respuesta instintiva después de varios esfuerzos de llamar a la cordura, a retomar caminos y a enderezar actitudes. No es fácil me decía un profesor amigo lidiar con 45 personalidades diferentes bombardeadas con frustraciones, necesidades no resueltas y con un marco de violencia diario en sus hogares, donde la violencia intrafamiliar hace eco diario de lo que se vive o sufre.
Mucho es pedirle a profesores que se encuentren contentos trabajando en realidades de violencia o tensión crónicas que tengan rendimientos suficientes si la materia prima no es la adecuada. Por ello el docente poco a poco se va convirtiendo en instructor, en un frío y desmotivado personaje que pierde a diario el plumaje del que fue revestido cuando obtuvo su título profesional que lo habilita para desempeñar su apostolado en CONDICIONES NORMALES.
Mal estamos...mal vivimos si no ponemos atajo a recobrar la autoridad perdida, se necesita una mano inflexible que después de dar las oportunidades necesarias castigue en conjunto, padres y maestros, a ese ser que se educa para que enmiende rumbos y pueda disfrutar de un futuro mejor para él y su futura familia. Para nuestra sociedad de la que ellos serán el sustento social. Sin disciplina del adulto se produce la anarquía, la destrucción del sujeto y de la propia sociedad , que haciéndose la lesa o sin querer ver hace a un lado el problema de la violencia escolar al entregar armas de dudosa legalidad al equivocado y quitando la severidad de la correcta justicia a los adultos cada vez menos valorados por eso de los "Derechos" , que jocosamente muchas veces se revierten a favor del culpable marchando así la carreta "antes que los bueyes" o caminando "el ladrón detrás del juez".

1 Comentarios:

Blogger Daniel Vásquez P. dijo...

Que bueno que estes de vuelta Arturo. Un saludo desde España...

5:06 p. m.  

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