01 mayo, 2006


Divina y transparente, silenciosa
delicada y pura , deja que te bese el agua
para que desde tu vientre él escuche
cómo hablan los peces y susurra la brisa.
Dile cómo es el verde de los árboles
cómo juegan los tonos, los matices
y cómo vuelan silenciosas las nubes por el cielo.
Siente el velo del aire en tu espalda, como cae
en tu desnudez cándida de erotismo adormecido.
Toca tu vientre en círculos pausados
geómetra de sueños, madre vegetal
para antes de su primer vagido, silenciosa
adelantes en verde agua su bautismo.
Yo le bautizo con tu nombre de Madre
del Viento y del Río;
le santiguo con brizna de musgo húmedo
con gotitas benditas de rocío
para que sea feliz . . .
por los siglos de los siglos
Amén.

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