18 marzo, 2006


Mi ciudad amaneció triste. Muchos quienes caminamos por sus calles arrastramos desde ayer la angustia, impotencia y frustración ante el vil asesinato de nuestro conciudadano JOSE LUIS REYES MUÑOZ.
Joven carabinero que en su carrera logró hasta su deceso el grado de Sargento 2° más el reconocimiento académico y de desempeño por su quehacer diario institucional y familiar, hechos reconocidos por quienes compartían su diario vivir.
Se desgarró el alma del pueblo que detuvo su vida apacible con el estampido que mató a uno de sus hijos y dejó agonizando a su familia por tan irreparable dolor.
En este mundo de egoismo en que cada quien sólo se preocupa de su propia existencia surge este gesto noble, desinteresado donde un policía , incluso estando de franco , no trepidó en detener a dos delincuentes que cometían un robo.
Noble gesto que nos llama a pensar cuántas veces nos desentendemos de obligaciones más riesgosas que el noble, sacrificado y muchas veces incomprendido oficio del carabinero.
Veinte años de servicio en diversas reparticiones policiales paralela a sus estudios auguraban un futuro sólido y una carrera promisoria. Pero el destino quiso que un artero disparo le permitiera ir sin demora al sitial de los mártires de su Institución y de quienes han ofrendado su vida en diferentes hechos de la historia.
Cara conocida la de José Luis, desde su casa, el barrio, la Comisaría, las calles de la ciudad y en los partidos de su querido Club de Deportes Curicó Unido.
Su familia sumida en el profundo dolor de un hecho de esta naturaleza podrá mañana darse cuenta del cariño y gratitud de su ciudad que se volcó desde ayer a dar gracias a ese hijo, esposo, amigo y finalmente padre ejemplar.
Pero ante todo un héroe, de esos que ya no quedan, hombres que se entregan a una causa en este mundo cada vez más cobarde y desinteresado en el prójimo.
Un fuerte abrazo a su esposa e hijos, un reconocimiento a Carabineros por entregar en un gesto postrero de uno de los suyos su Misión y nobles valores.
Gracias José Luis por tu nobleza y hombría.
Desde hoy tu alma revoloteará transformada en blanca y silenciosa paloma entre las demás de tu confidente Plaza de Armas.