SU ULTIMO ENCUENTRO
Era la penúltima actividad del grupo de Directivos de la comuna de Curicó en visita al Sur del país a fines de julio: la visita a la Catedral de Castro. Después de haberla visitado al partir el bus faltaba Talo Moya: al ir a apurar su regreso al bus me doy cuenta que hablaba con alguien que no integraba la delegación. Me explica que es un ex alumno de Curicó con quien se encuentra en Castro y con quien hacía afectuosos recuerdos. Lindo abrazo se dieron de despedida y por esas cosas inexplicables registré el entorno de ese momento en una fotografía.
Apelo a lo singular del instante en cuanto a que se dispuso la geometría universal para que confluyeran trazados, líneas, vértices, ángulos y energías para que todo lo significativo se dispusiera en la última vivencia de Eduardo: el viaje con sus amigos directores, la vista al sur de su Chile que lo acogió con un manto de lluvia y alfombra de helechos; el compartir con Darío, su amigo y compañero de trabajo en su escuela Ernesto Castro. Sus últimas horas en Iloca.
Pero lo más hermoso, creo, fue el último instante en que todo hombre-maestro se fortalece: en la gratitud del abrazo de un ex alumno en un momento y lugar impensado, en la sonrisa afable y la mirada de reconocimiento a la labor silenciosa que con el tiempo reconoce el educando cuando se convierte en hombre y se cruza en la vida de su ex maestro.
Lindo momento Eduardo Moya Arenas; tu última conversación con un fruto de tu impronta formadora de muchachos, orientador de vida y vocaciones. ¡ Qué mejor que irse de esta realidad humana después de un momento así de gratificante, conciencia del deber y la vocación de servicio cumplidos !
Yo sé lo que sentiste al encontrarte con ese otrora muchacho, que ya convertido en hombre te entregó su cariño y reconocimiento. Fue tu último instante con un alumno antes de partir adonde también tenemos el camino señalado.
Hermosos días y momentos antes de la partida que sabemos disfrutaste, rodeado de tus colegas para después refugiarte en la acogida de tu compañera de por vida.
Te impregnaste de la loca geografía del sur majestuoso para coronar el descanso espiritual en Iloca, antes de enfrentar a tu destino en un inesperado momento inexplicable.
Hoy te dijimos adiós en diversas instancias; en tu casa, en cada escuela y hogar donde tu nombre no es indiferente para finalizar en un templo y en el lugar del reposo final llenos de personas que te dijeron que tu vida no fue en vano y que dejaste huellas significativas en distintas generaciones.
Descansa en Paz Eduardo, sólo adelantaste el paso para llevarnos una serena y misteriosa ventaja.
